Las distintas agencias encuestadoras, Haime y Asociados, Equis, Analogías y CEOP, por nombrar algunas, coinciden en que Cristina Fernández gana en primera vuelta sin necesidad de ballotagge.
Los sondeos de opinión en esta elección parecen tan concluyentes que, podemos decir, ha instaurado en parte un clima periodístico y mediático bastante “apagado” si recordamos anteriores elecciones. El domingo 23 de septiembre, la columna de opinión de Mario Wainfeld en Página 12 se titula así: La “no campaña”. Comenta Waninfeld que “las grandes movilizaciones de masas, las marchas multitudinarias quedaron sepultadas en el desván de los recuerdos. La 'no campaña' está de moda” (…) “La opción de Cristina Kirchner, consagrar una ración de sus esfuerzos al escenario ulterior a las elecciones, no es original. Muchos actores, políticos o corporativos, tácitamente dan por hecho el resultado y anticipan sus acciones como si ya estuvieran en la transición”. Y agrega: “los candidatos opositores pugnan por el segundo puesto, dando por hecho que habrá ballottage. Por razones evidentes y lógicas comentan menos que es casi su única chance de conservar virtualidad si el Frente para la Victoria (FPV) gana en primera vuelta.
Crece el debate en torno a si las encuestas difundidas previamente a las elecciones influyen en la ciudadanía y, en definitiva, en el voto. Realmente no sabemos si influyen o de qué manera. Pero lo que es claro desde hace un tiempo, es que los medios de comunicación dedican mucho espacio de su agenda a las encuestas, y los políticos convierten a las encuestas en tema obligado de campaña. Y así, los únicos perjudicados son los electores que consumen diariamente los datos de los sondeos y no distinguen un proyecto político claro. No es que éstos no existan (los proyectos), es una cuestión de visibilidad. ¿Cuál es la responsabilidad de los medios de comunicación?
Los sondeos de opinión en esta elección parecen tan concluyentes que, podemos decir, ha instaurado en parte un clima periodístico y mediático bastante “apagado” si recordamos anteriores elecciones. El domingo 23 de septiembre, la columna de opinión de Mario Wainfeld en Página 12 se titula así: La “no campaña”. Comenta Waninfeld que “las grandes movilizaciones de masas, las marchas multitudinarias quedaron sepultadas en el desván de los recuerdos. La 'no campaña' está de moda” (…) “La opción de Cristina Kirchner, consagrar una ración de sus esfuerzos al escenario ulterior a las elecciones, no es original. Muchos actores, políticos o corporativos, tácitamente dan por hecho el resultado y anticipan sus acciones como si ya estuvieran en la transición”. Y agrega: “los candidatos opositores pugnan por el segundo puesto, dando por hecho que habrá ballottage. Por razones evidentes y lógicas comentan menos que es casi su única chance de conservar virtualidad si el Frente para la Victoria (FPV) gana en primera vuelta.
Crece el debate en torno a si las encuestas difundidas previamente a las elecciones influyen en la ciudadanía y, en definitiva, en el voto. Realmente no sabemos si influyen o de qué manera. Pero lo que es claro desde hace un tiempo, es que los medios de comunicación dedican mucho espacio de su agenda a las encuestas, y los políticos convierten a las encuestas en tema obligado de campaña. Y así, los únicos perjudicados son los electores que consumen diariamente los datos de los sondeos y no distinguen un proyecto político claro. No es que éstos no existan (los proyectos), es una cuestión de visibilidad. ¿Cuál es la responsabilidad de los medios de comunicación?